La ciudad como malla espacial

 

1969. Vista de la Tierra desde la Luna. Origen del cambio de relación hombre-tierra

 

 

"Fábrica de Globos". París 1935. Imagen tomada por P. Slóterdijk en la reflexión en torno a su teoría de las Esferas.

 

 

"La ciudad sin límites" y "La ciudad de las pasarelas". Diego Manuel. Buenos Aires 1996.

 

Vista general. Maqueta conceptual de trabajo.

 

 

 

 

Espacios de viviendas ligados al terreno.

 

Espacios de viviendas no ligados al terreno.

 

Vista general.

RELACIÓN HOMBRE-UNIVERSO

El hombre no es el centro del universo, aunque al mundo occidental le esté costando siglos darse cuenta de ello. En los años sesenta vimos las primeras imágenes del planeta tierra desde el espacio exterior y eso cambió nuestra relación con el planeta. Recientemente una sonda espacial ha salido del sistema solar y antes de continuar su viaje ha girado y nos ha regalado una nueva mirada desde el exterior.

Esta imagen nos ha hecho de nuevo reformular toda nuestra relación con lo que nos rodea. Y nos hace ser conscientes de pertenecer a un sistema muy complejo, el cual a su vez es espacial.

Pensar la ciudad de forma espacial (esférica) supone abandonar la idea escolástica de la “tábula rasa” y dar el salto a la tercera dimensión, que no es más que mirar el entorno y sentirse parte de ello.

LO EXTERIOR NOS DA FORMA, NOS TRANSFORMA

Todos los estímulos que nos llegan del exterior a través de nuestros sentidos nos influyen. Nos forman, nos transforman. Dialogamos con el espacio que nos rodea ya sea consciente o inconscientemente.

Todo esto pasa y la mayor parte de las veces no somos conscientes de ello. El hombre se humaniza con el continuo acto de establecer lazos relacionales. Este ejercicio innato e inconsciente con todo lo que nos rodea genera la necesidad de buscar nuevos entornos en lo que hombre y medio convivan en la espacialidad de forma serena.

La ciudad crea espacios deshumanizados al estar desprovistos de estos ámbitos donde el hombre se humaniza y la materia adquiere su lugar.

Las esferas relacionales que el individuo busca en la ciudad deben establecer las necesidades más inminentes para el nuevo urbanismo.

La nueva ciudad, convertida en una malla espacial nos forma como individuos y nos sitúa en una posición acorde con el momento en el cual vivimos. Necesitamos incorporar la tercera dimensión a la ciudad. Abandonar pues la ciudad pensada, planificada y construida en dos dimensiones la cual está llena de barreras verticales espaciales que a modo de las antiguas murallas medievales limitan nuestras ciudades.

LA CIUDAD COMO MALLA ESPACIAL    

Entendemos la arquitectura como una malla espacial que abarca todo el espacio. Creamos una malla espacial que como un organismo vivo se sitúa en el solar y crece. Se implanta como un virus y se desarrolla, crece y contamina toda la ciudad mostrando al ciudadano unos nuevos espacios y unos nuevos modos de relación.

Cuando llega a los límites los analiza y reacciona con ellos:


-Frente a la infraestructura de tráfico rápido A92, la cual constituye una barrera espacial, la fagocita y se extiende buscando nuevos espacios para la ciudad. Pasa al otro lado bien excavando el terreno o lanzando estructuras ligeras aéreas. Y en un punto en el cual el terreno es propicio coloniza el espacio que hay sobre la autovía (respetando una altura que formará parte de un nuevo reglamento) disolviéndola e incorporándola a la nueva estructura espacial de la ciudad. Este espacio lucrativo financiará la malla espacial.


-Frente al río, encuentra un espacio abandonado al cual la ciudad da la espalda. Así pues lo coloniza y lo incorpora como un espacio más a su sistema.


-Frente a la ciudad existente penetra por sus rígidas estructuras bidimensionales atrayendo al ciudadano. Dotando a la ciudad existente de los espacios dotacionales que carecía.

La malla espacial genera una trama tridimensional la cual nos da nuevos espacios que van siendo habitados por el individuo tanto en su vivienda como fuera de ella. La relación espacio público-espacio privado no es tan rígida como en la ciudad tradicional sino que se contamina lo uno de lo otro.

La ciudad tradicional está construida en dos dimensiones. Tenemos la calle o la plaza como espacio público y en su límite se sitúan las viviendas como frontera entre lo público y lo privado. La ciudad como malla espacial genera multitud de espacios. Esos espacios, mirados desde la viabilidad económica los podemos caracterizar como + € ó - € según generen ingresos o sean un gasto en la financiación de la nueva ciudad. Con la trama espacial liberamos muchos espacios sobre, entre y bajo los edificios con lo cual el coste de la construcción y el mantenimiento se equilibra con la venta de esos espacios lucrativos.

FORMAS DE HABITAR LA MALLA ESPACIAL

El hombre que habita la ciudad tiene una relación personal con el espacio que lo rodea. Hay personas que se nutren de las sensaciones ligadas a la tierra y tiene necesidad de estar cerca de ella. Y hay otras que prefieren habitar un espacio no ligado al terreno. Así generamos dos modos de habitar, uno ligado al terreno con casas patio y otro que habita edificios híbridos elevados sobre pilotes, con espacios de relación y cubiertas ajardinadas, como las unidades de habitación de le Corbusier. En éstos edificios el habitante decide cuanto espacio necesita y se diseña su vivienda él mismo utilizando unos módulos prefabridados de mobiliario que llevan las instalaciones integradas y que se conectan a las columnas de instalaciones del edificio.

El modo de vida no ligado al terreno se alza en un edificio sobre pilotes que genera una malla reticular de espacios libres que se irán colonizando poco a poco y con la libertad que el propietario quiera, ya que tanto las instalaciones como el mobiliario serán intervenciones posteriores. Cada edificio en altura origina contenedores en los que se generan los espacios habitables. Estos espacios habitables se sitúan entre unas membranas que lo separan del exterior. Por un lado la membrana que da al deambulatorio y que separa dos espacios no físicamente. Un espacio público y de tránsito y otro privado. Desde ahí, tras pasar este filtro que sirve de antesala se accede a la vivienda. Ésta, participando de unos estándares de mobiliario, se adaptará a las necesidades del propietario. Todas las instalaciones se canalizan a un muro preparado para tal efecto.

Este modo de vida genera espacios públicos para el edificio pero privados para la ciudad, como son la cubierta ajardinada. Desde gimnasios, ámbitos de relajación, etc. Se darán lugar, potenciando así la relación vivienda-ocio.

 

 

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